lunes, junio 08, 2015

LA FATIGA Y RESPUESTAS FISIOLÓGICAS AL JUEGO

FATIGA

La fatiga se define usualmente como la disminución en el rendimiento debido a la necesidad de seguir realizando esfuerzos. En el fútbol puede manifestarse como el deterioro de la intensidad hacia el final del partido. Los estudios que compararon las tasas de esfuerzo entre el primer y el segundo tiempo han brindado evidencia de la ocurrencia de fatiga.
Se observó que los jugadores de una Universidad Belga cubrían, en promedio, una distancia de 444 m más en el primer tiempo que en el segundo (57). Bangsbo y cols. (6) reportaron que la distancia recorrida en el primer tiempo era 5 % mayor que en la segunda mitad. Esta disminución no necesariamente ocurre en todos los jugadores. Reilly y Thomas (41) notaron una relación inversa entre la capacidad aeróbica (VO2 máx.) y la disminución en la intensidad. Los jugadores con mayores valores de VO2 máx., aquellos mediocampistas y defensores laterales, no mostraron una caída significativa en la distancia recorrida en el segundo tiempo. Por el contrario, todos los zagueros centrales y el 86 % de los atacantes tuvieron valores más altos en el primer tiempo, con una diferencia significativa con respecto al segundo tiempo. Aparentemente, el impacto de un alto nivel de capacidad aeróbica es especialmente evidente en las últimas etapas de un partido.
La cantidad de glucógeno almacenado en los músculos del muslo antes del partido parece tener una importante función protectora contra la fatiga. Se observó en jugadores de clubes suecos con bajos contenidos glucogénicos en el vasto lateral que cubrían una distancia 25 % menor que los otros jugadores (50). Se observó un efecto más marcado para la velocidad de carrera; aquellos con bajas reservas de glucógeno muscular antes del encuentro cubrieron el 50 % de la distancia total caminando y el 15 % a velocidad máxima, en comparación con los jugadores con altas concentraciones glucogénicas, quienes recorrieron el 27 % caminando y el 24 % realizando sprints. En la preparación inmediata para la competencia se recomienda prestar atención a la dieta y evitar la deplección glucogénica producida por un entrenamiento muy intenso. Estas consideraciones serían de suma importancia cuando los partidos se extienden más allá de los 90 min. (por ejemplo, 30 min mas).
Si bien los goles pueden convertirse en cualquier momento durante el partido, la mayoría se hacen hacia el final del mismo. Esto está ejemplificado por datos de la Liga Escocesa durante un período extendido en la temporada 91-92. En los 10 min finales de juego se produjo una tasa de conversión mayor que el promedio. Esto no puede ser simplemente explicado por una caída en la intensidad ya que esto estada balanceado, lógicamente, para los dos equipos. Podría explicarse por el deterioro más pronunciado entre los defensores lo cual les da una ventaja a los atacantes, hacia el final. Alternativamente podría estar relacionado con una fatiga mental, lapsus en la concentración como consecuencia del esfuerzo físico sostenido, lo que lleva a errores tácticos y abre la posibilidad de convertir goles. Este fenómeno podría ser un factor inherente en el juego, siendo más importante jugar hacia el final a pesar de la caída en las capacidades físicas. Sin importar la naturaleza del fenómeno, un equipo que está fisiológica y tácticamente preparado para soportar 90 min de juego intenso, es probable que sea muy efectivo.
Las condiciones ambientales también podrían limitar la intensidad de ejercicio que puede mantenerse durante un partido de fútbol, o acelerar la aparición de la fatiga. Algunos encuentros importantes, por ejemplo las finales de las Copas Mundiales de España 1982 e Italia 1990, se llevaron a cabo en condiciones calurosas, con temperaturas ambiente rondando los 30 C º. Cuando tales condiciones se combinan con una humedad elevada, la tasa de esfuerzo es afectada de manera adversa. El rendimiento estará influenciado tanto por la elevación de la temperatura corporal como por la deshidratación, y la generación de sudor será inefectiva para perder calor cuando la humedad relativa es del 100 %. Se ha observado que la función cognitiva, que se expresa como la toma de decisiones requeridas durante el partido, se mantiene mejor durante los 90 min de ejercicio continuo cuando se les suministra agua a los jugadores, en comparación con condiciones de control (47). Cuando Los futbolistas tienen que jugar en el calor, es importante la adecuada hidratación antes del ejercicio y durante el periodo de descanso, La oportunidad de aclimatarse al calor antes de competir en torneos en climas cálidos, es un elemento esencial en la preparación sistemática para tales eventos. Esto podría llevarse a cabo eligiendo estratégicamente los lugares de entrenamiento, realizándose una buena adaptación fisiológica dentro de los 10 a 14 días de la exposición inicial al calor, o exposiciones regulares o frecuentes al calor en una sala climatizada (27).
Es probable que las principales consecuencias de jugar en climas fríos estén asociadas con la posibilidad de lesionarse. Esto podría ser más pronunciado cuando se juega en canchas congeladas sin contar con los equipos calefacción subterránea. El rendimiento muscular se deteriora a medida que disminuye la temperatura muscular (71); por lo tanto, sería importante realizar una buena entrada en calor antes del partido en un clima frío y el uso de ropa deportiva adecuada para mantener el calor y evitar un perjuicio sobre el rendimiento. También está establecido que es más probable que se produzcan lesiones en los jugadores si la rutina de entrada en calor es inadecuada (40). Por lo tanto, se deberían realizar ejercicios antes del partido que comprometan los grupos musculares utilizados durante el juego, particularmente en la ejecución de las habilidades en fútbol.

RESPUESTAS FISIOLÓGICAS AL JUEGO

Si fuera posible medir de manera directa tanto el gasto energético durante la competencia como la potencia aeróbica máxima, se podría precisar la carga metabólica relativa durante el juego de fútbol. Las mediciones directas realizadas a partir de la recolección del aire espirado en bolsas de Douglas han indicados tasas de gasto energético de 22-44 kJ/min (61). Es probable que estos valores estén subestimados debido a las restricciones impuestas sobre los jugadores por los aparatos y también a la poca habilidad de los sujetos utilizados en estas investigaciones. Seliger (51, 52) reportó valores más altos para jugadores checos, obteniendo cifras medias de 54.8 kJ/min para el gasto calórico y 76.0 L/min para la ventilación por minuto. El VO2 de 35.5 ml/kg/min esta en estrecha concordancia con los valores de 35-38 y 29-30 ml/kg/min para dos jugadores japoneses (29). Estos intentos para la recolección de datos es probable que hayan perturbado las actividades de los jugadores. Una estrategia alternativa de investigaci6n ha sido medir la frecuencia cardiaca durante el partido junto con las observaciones de las relaciones frecuencia cardiaca-VO2 máx. determinadas durante una carrera en cinta ergométrica. Aceptando las imperfecciones en tales extrapolaciones de las condiciones de laboratorio al campo, la frecuencia cardiaca es un indicador útil del esfuerzo fisiológico general durante el partido.
Tradicionalmente, para monitorear la frecuencia cardiaca durante partidos amistosos o competiciones simuladas se han utilizado sistemas de telemetría de largo alcance (33, 34, 35). En los últimos años se han adoptado sistemas telemétricos de corto rango (Sport-Tester) (2). Los resultados confirman que el esfuerzo circulatorio durante el partido es relativamente alto y no tiene una gran fluctuación en el mismo (Tabla 2). Rohde y Espersen (48) reportaron que la frecuencia cardiaca se acercaba al 77 % del rango de la misma (frecuencia máxima - frecuencia en reposo) durante el 66 % del tiempo de juego. Para la mayor parte del tiempo restante la frecuencia cardiaca estaba por sobre este nivel.
La frecuencia cardiaca en el fútbol varía con la intensidad y por lo tanto, puede diferir entre las posiciones de juego, y entre el primer y el segundo tiempo. Van Gool y cols. (57) reportaron valores medios de 155 Lat/min para un zaguero central y para un defensor lateral, 170 para un mediocampista y 168 y 171 L/min para dos delanteros. Este patrón estuvo estrechamente relacionado con las distancias recorridas por los jugadores en un partido. El mismo grupo de investigación reporto valores promedio para el equipo de una Universidad belga durante un partido amistoso de 169 Lat/min en el primer tiempo y 165 L/min el segundo tiempo. Nuevamente, las respuestas fisiológicas reflejaron una caída en la tasa de esfuerzo durante la segunda mitad. Estas tendencias han sido confirmadas en partidos jugados por equipos de Universidades inglesas (G. Florida-James y T. Reilly, datos no publicados).
En varios estudios se ha utilizado la frecuencia cardiaca para estimar la carga metabólica relativa durante el partido. La mayoría estima que la intensidad del ejercicio en fútbol es de casi el 75-80 % del VO2 máx. (13, 37). Si bien las limitaciones para extrapolar las condiciones de laboratorio al campo, utilizando datos de regresión de FC-VO2, sugieren que esta cifra podría representar una sobreestimación, los cálculos mas abarcativos indican que este error no es muy grande (4, 6).

 La intensidad del ejercicio también se puede indicar a través de las concentraciones lactato sanguíneo. Han sido observados niveles de lactato progresivamente mayores en partidos de la cuarta a la primera división de la liga Sueca (13). Gerisch y cols. (16) demostraron que los niveles más elevados de lactato sanguíneo están asociados con marcaciones hombre a hombre, en comparación con la marcación de zona. Ekblom (13) observó que en los niveles más elevados de juego se registran frecuentemente valores picos mayores a los 12 Mmol/L. La actividad no podría mantenerse de manera continua bajo tales condiciones, lo cual refleja las consecuencias intermitentes del metabolismo anaeróbico durante la cornpetencia. Si bien la mayoría de los estudios sobre la concentración de lactato sanguíneo han mostrado valores de 4-6 Mmol/L durante el juego (Tabla 3). Tales mediciones son determinadas por la actividad en el quinto minuto previo a obtener las muestras sanguíneas. Consecuentemente, por lo general se observan valores más altos cuando los resultados se obtienen en el entretiempo, en comparación con el final del partido.

Thomas Reilly

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